Unos 1000 millones de habitantes, o sea el 15% de la población mundial, experimentan algún tipo de discapacidad, y la prevalencia es mayor en los países en desarrollo.
En este sentido, entre 110 millones y 190 millones de personas, o sea la quinta parte del total de habitantes en el mundo, experimentan discapacidad considerable.
Estas personas tienen más probabilidades de obtener resultados socioeconómicos adversos, como menor nivel de educación, peor estado de salud, niveles inferiores de ocupación y tasas más altas de pobreza.
¿Por qué?
Los obstáculos a la inclusión social y económica plena de las personas con discapacidad son la inaccesibilidad de los entornos físicos y el transporte, la falta de disponibilidad de dispositivos y tecnologías de apoyo, la falta de adaptación de los medios de comunicación, las deficiencias en la prestación de servicios, y los prejuicios discriminatorios y el estigma en la sociedad.
La pobreza puede aumentar el riesgo de discapacidad por malnutrición, falta de acceso a la educación y atención de salud, condiciones inseguras de trabajo, entornos contaminados y falta de acceso a agua potable y saneamiento. A su vez, la discapacidad puede elevar el riesgo de pobreza por motivo de falta de oportunidades de empleo y educación, de salarios más bajos y costo de vida más alto por la discapacidad.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se establece claramente que la discapacidad no puede ser un motivo o criterio para privar a las personas de acceso a programas de desarrollo y el ejercicio de los derechos humanos.
Por eso, desde el Centro Clínico La Urbina estamos comprometidos para promover medidas que faciliten el acceso igualitario a espacios, instalaciones, tecnología, para las personas con discapacidad.