Los expertos sanitario coinciden en que una vacuna contra el coronavirus podría servir como una protección duradera, lo que permitiría que las medidas de cuarentena se levanten más rápido y de forma más segura.
Por eso, cerca de 80 grupos de investigadores trabajan a un ritmo frenético para desarrollar esa vacuna y al menos seis de ellos ya se perfilan como los líderes de competencia.
La carrera, sin embargo, está llena de obstáculos y un paso en falso puede ser incluso catastrófico. ¿Por qué?
¿Cómo es el proceso?
Aunque hay varios tipos de vacunas, el principio de su funcionamiento siempre es similar: se trata de exponer al organismo a dosis seguras de un virus para que el sistema inmune lo reconozca y tenga listo un mecanismo de defensa ante un posible contagio.
En este sentido, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos explica que hay cuatro tipos de vacunas:
- Vacunas vivas atenuadas: utilizan una forma debilitada del germen que causa la enfermedad
- Vacunas inactivadas: utilizan una forma muerta del germen que causa la enfermedad
- Vacunas de subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas: utilizan partes específicas del germen, como su proteína, que le permiten atacar a un organismo
- Vacunas con toxoides: utilizan una toxina fabricada a partir del germen que causa una enfermedad. Crean inmunidad a las partes del germen que causan una enfermedad en lugar de al germen en sí.
Luego de que un laboratorio logre diseñar una vacuna, su candidata debe superar un largo y riguroso proceso, en el que se compruebe que es segura y efectiva para los humanos.
Antes de cualquier prueba clínica en humanos, la vacuna debe superar una “fase 0” o preclínica, que incluye pruebas in vitro y en animales. Si supera esta prueba, puede entrar a los estudios clínicos que se dividen en 3:
Fases de prueba
- Fase 1: la vacuna se prueba en grupos de entre 20 y 100 personas saludables. El estudio se centra en confirmar que no represente una amenaza para la salud, que sea efectiva, identificar efectos secundarios y determinar cuál es la dosis adecuada.
- Fase 2: Es un estudio a mayor escala en el que participan varios cientos de personas. Aquí se evalúan los efectos secundarios más comunes en el corto plazo y cómo reacciona el sistema inmune a la vacuna.
- Fase 3: Es un ensayo mucho más grande en el que participan varios miles de voluntarios. Aquí se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no.
- Posible fase 4: EE.UU. añade que muchas vacunas se someten a una fase 4 luego de que la vacuna ya ha sido aprobada y recibido una licencia. El objetivo es seguir monitoreando.
Bajo condiciones normales, una posible vacuna puede tardar entre 5 y 10 años en superar las fases de estudios clínicos, según el Instituto Internacional de Vacunas (IVI, por sus siglas en inglés).
No obstante, en esta pandemia de coronavirus, los investigadores han dicho que en tan solo 12 o 18 meses podrían tener lista una vacuna.